Aristóteles creía en la Generación espontánea, en que el calor del sol sobre el elemento podría crear vida espontáneamente a partir de material no viviente. La Generación espontánea persistió por un sorprendente largo tiempo, de hecho, por miles de años.
No fue sino hasta finales del siglo XVIII con la invención del microscopio de Van Leeuwenhoek, cuando alguien cuestionó en serio esa idea. Frencesco Redi, filósofo y naturalista italiano, hizo famoso su experimento en 1668 para demostrar que los gusanos no se generaban espontáneamente en la carne podrida.
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